La nota por los 73 años me despertó un recuerdo.
Vivía en Andrés Ferreyra antes de Mitre (casi lo que era "El Zonda") y cuando tenía 7 años, un vecino de enfrente (Caffarello) le pidió permiso a mi padre para llevarme a ver futbol. Era por 1947 y me quedé pegado al alambre oxidado y "embolsado" de Kelsey 51. Vi a Orsi, Acciolo, después a Taboada, que era el canchero, vivía en una casilla ahí mismo y jugaba de "4" en la primera. Ví hacer la "tribuna" de ocho o diez escalones.
Por un pedido de Giordani, me integré a los grupos directivos. Estuve con Marisi y estuve con todos y en todas las canchas. Viajé a Central Córdoba, un día inolvidable, en el que ganamos 3 a 2, con Pandolfi y el flaco Sánchez. A la vuelta cuando llegamos en tren a Retiro con los jugadores, nos esperaba Tula llorando de emoción.Nos habíamos clasificado.
Una semana tuve que salir a la cancha como DT, porque no teníamos, Huber, Fraile y Borgialli, eran nombres de esa época. A todos los que no sepan de quienes hablo, pregúntenle a los viejos que quedan y les van a contar, de éstos y de Amiano, Limes, Agra y Cañas. Hoy, que miramos de afuera el final del campeonato, quiero estar cerca de todos los que sostienen ese amor por una camiseta modesta, la que todavía me obliga a seguir los partidos por la "WWW" .
No se preocupen, es una enfermedad incurable, no hay tiempo que pueda curarla.
Afortunadamente.
Gerardo Berensztein
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